viernes, 27 de julio de 2012

Mi carta a Sus Majestades de Oriente o "panem et circenses"






Señor Presidente del Gobierno:
Soy consciente de que no malgasto oportunidad alguna de ponerle a caldo, encargándose usted de darme motivos y argumentos suficientes para ello. Sé que quizá no he sido objetiva porque no alcanzo a ver cuán difícil puede ser levantar un país al completo, en el caso de que se esté levantando. Llego a entender que vuesa merced no tiene culpa de haber sido elegido por tantos y que, seguramente, pondría toda su ilusión en hacer lo mejor por todos ellos.

Y, por ello, debo decirle que he recapacitado. Sí, “mireustez”, aquí donde me ve.
Debemos apretarnos el cinturón, sí. 
Pues claro que veo que hay que apretarse el cinturón, pero no al cuello hasta quedar asfixiados, tampoco le deseo eso. Hago énfasis en que no se lo deseo a usted, porque parece que junto con sus secuaces, es el que queda. Si en ello estamos, mejor que lo hagamos todos ya que, como bien sabrá, solo se enseña siendo un modelo a seguir en aquello que se quiere transmitir. No vale un “cuando seas presidente comerás huevos”, porque casi ninguno de los presentes lo será después de usted.

¿Verdad que desde el Palacio de La Moncloa no se ve tan mal que aquellos hipotecados que perdieron su trabajo estén en la calle (o, los más suertudos, en casa de los abuelos con el rabito entre las piernas) mientras hay viviendas desocupadas, pertenecientes a bancos juguetones declarados insolventes y que han recibido abonos de las arcas públicas bajo su atenta supervisión?

¿Verdad que recortarse un 15% el sueldo (casi como mi hermano mileurista, con estudios universitarios, padre de dos niños pequeños, y que está ya en el último agujero del susodicho cinturón) no le supone tanto a cada español? Usted lo hace, gracias por el detalle, y solo cuenta ahora con la miseria de 78.105,04€ anuales, según Ley de Presupuestos Generales del Estado para este año, y con lo que percibe por ser el secretario general del PP más con, tachán, mantener su plaza como registrador de la propiedad. Bastante parejo con el tiento de 100.000€ mínimos que le dan al pastel sus compañeros en el Gobierno.

Mi condición de solemne rubia al menos me da como para advertir que ser el presi entraña una dificultad extrema, sobre todo, dada la situación que tenía a sus espaldas.

Lo que no me cabe en la cabeza es por qué yo tengo un período de prueba de dos meses con el actual contrato que acabo de firmar, por el que la empresa se asegura el derecho de mandarme de un puntapié a mi puñetera casa si no soy capaz de desempeñar las funciones para las que me admitieron, y usted no.
Tampoco hay sitio en mi cogote para ese razonamiento por el que usted y sus secuaces viajan en una flota de coches de alta gama y yo tengo el abono mensual del Metro de Madrid, al que se le sube el precio día sí y día también.

Me falta espacio intracraneal además para saber por qué sube el IRPF y el IVA mientras los presidentes de los clubes de fútbol se jactan de deber cientos de millones al país y que Hacienda (que somos todos pero, al parecer, unos más que otros) no les aprieta las tuercas porque es el entretenimiento del pueblo, desde el niño más pequeño hasta usted, señor presidente.

No entiendo el porqué de esas primas (que no se quedan en casa, por cierto) para los jugadores de este mismo deporte, las cuales no van a poder gastar en vida, mientras se acaba con la paga de Navidad de un funcionario que ya de hacendado sólo concebía la marca blanca. No me explico ese número de asesores amiguitos por las altas esferas mientras los ayuntamientos no tienen liquidez para pagar a profesionales. Cuénteme, Don Mariano, por qué se va a Polonia y no se persona en el Congreso. Dígame por qué no se lo costea usted mismo, al menos, mientras que las PYMES sigan congelando algunas mensualidades de sus trabajadores, mientras que el hospital de mi hermano no le abone los cateterismos que realiza a los pacientes. Mientras que mi abuela pague su tratamiento médico y si a mi hermana pequeña no le suben los créditos de la universidad un “ypicomil” por ciento el próximo curso.

La verdad es que he recapacitado, como le decía. Ahora le seguiría sin votar, pero en vez de mirarle con asco le miraría expectante, porque estoy segura de que todo se resume en que yo no entiendo de política y en que soy una carajota de bandera. Usted tiene la clave para ayudarnos a todos, no me cabe duda, porque no podría explicarme su actitud de otra manera. Yo, si voy conduciendo un coche, tampoco me molesto lo más mínimo en escuchar al copiloto si sé la ruta perfectamente.

Sólo tengo una humilde petición (petición porque, aunque lo considere un derecho innegable, no quiero olvidar las formas). 
Por favor, en vez de ofrecerme los peces que usted crea convenientes para mí, déme las redes para pescar. En vez de abrirme el grifo estropeado con el caudal de agua que usted estime conveniente, suminístreme las herramientas necesarias para arreglarlo. Sin ser desagradecida, me da grimita que me dé la mano, y no deseo que me guíe por dónde no hay barrancos mientras sigue la venda en mis ojos; quiero un mapa.


También quiero que me explique cómo es capaz de hacer caso omiso ante todo lo que le chilla un pueblo. Transmítame por qué debo quedarme en este país suyo que no me ofrece un futuro sólido, aparte de que sea mi casa y albergue a mis seres queridos. Sólo eso. Aunque quizás sí que me he colado en deseos con esta carta a los Reyes Magos y usted no vaya a explicarme absolutamente nada. No porque no quiera, sino porque simplemente usted no sea capaz.



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